viernes, 12 de abril de 2013

Tú y yo.

Tú.

Tú, que me comprendes cada gesto, sin tener que mediar palabra.
Tú, que cubres cada centímetro de mi cuerpo, incluso en la distancia.
Tú, que adivinas mis pensamientos, sin necesidad de que yo diga nada.

Tú, que me llenas de certeza con un abrazo, me sonríes y sosiegas mi alma.
Tú, que me recuerdas a los días de lluvia, los que gustan, los que invitan a quedarse en casa.
Tú, que me tocas cada tecla, acorde a mi deseo, melodía reposada.

Y yo.

Y yo, que anhelo un café contigo, una tarde perdidos, charlando hasta la madrugada.
Y yo, que repaso tus cartas, escritas a mano, de letra divertida, joven y alborotada.
Y yo, que deseo que me abrigues, que incluso en verano te prefiero de bufanda.

Y yo, tan pequeño, tan vulnerable, tan indefenso ante una sencilla mirada.
Y yo, que a las tantas de la noche claudican mis ojos, sin despedida, ni dulce, ni amarga.
Y yo, que sueño con que fueras real, en este lugar e instante, y que me deshicieras la cama...

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Habla habla, que yo te escucho.