lunes, 18 de junio de 2012

Tempus Fugit (en castellano)

Queda un minuto para la medianoche.
Sesenta segundos y comenzará un nuevo día.

Cincuenta segundos.
Cuarenta.
Treinta y cinco.
Veinticinco.
Quince.
Diez segundos.
Nueve,
Ocho,
Siete,
Seis,
Cinco,
Cuatro,
Tres,
Dos,
Uno...

Son las 24:00. No son las 00:00. Son las 24:00. Y en algo menos de un minuto serán las 23:59. Y después serán las 23:58. Y cuando pasen tres horas serán las 21:00.

Los días siguen teniendo 24 horas, pero ahora el tiempo no avanza hacia delante, sino hacia atrás. Por supuesto que las cosas siguen sucediendo de la misma forma. Esto no quiere decir que el agua entre en el grifo o la gente camine al revés. No. La única diferencia es que los relojes, en lugar de avanzar, reflejan el paso del tiempo como un retroceso.

Por lo tanto, cuando comienza un nuevo día, sabes exactamente las horas que le quedan para desaparecer. Así de trágico. El tiempo pasa de la misma forma que la arena se filtra por el pequeño agujero de un reloj de arena. La arena cae y cuando lo hace el último granito, media vuelta y vuelve a empezar.

Parece una tontería, pero desde que decidimos introducir este cambio en la fabricación de los relojes la gente aprovecha mucho mejor el tiempo, porque en cada instante ves que el tiempo pasa y lo valoras mucho más. Al mediodía quedan 12 hores de ese día; a media tarde, quedan 8 horas; y a la hora de cenar, le quedan 3.


Cada noche a las 00:01 pienso “sólo queda un minuto para que este día desaparezca y todo lo que no haya hecho hoy quizás no lo pueda hacer mañana”.

1 comentario:

  1. Cuando lo leí en catalán me gustó. (La idea me parece genial). Pero se me habían escapado algunas palabras (y por tanto frases) que ahora, al entenderlas, han hecho que me encante.

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Habla habla, que yo te escucho.