miércoles, 14 de agosto de 2013

Un logro más.

Todo el mundo se ha planteado alguna vez elaborar una lista de cosas que hacer antes de morir.

¿Pero por qué no elaborar la lista inversa? Está bien marcarse objetivos, pero también deberíamos mirar atrás y ver qué cosas hemos hecho en la vida que merecen la pena ser recordadas. Una lista de logros. Como si fuéramos los personajes de un vídeojuego y por cada acción "especial" nos recompensaran por ello.

Logros. Pequeñas hazañas de la vida cotidiana.

Las pequeñas cosas y los detalles que configuran nuestras vidas... Todo eso también ha de ser recordado, ¿no creéis?

Este pasado fin de semana añadí uno a mi lista: hacer autoestop.

Un amigo y yo decidimos hacer la ruta Ripoll-Camprodón-Besalú, sin transporte público de ningún tipo por medio. Llegamos a Ripoll en tren y a partir de ahí, a caminar o a hacer autoestop. Treinta horas por delante y casi 100 kilómetros para recorrer.


  • Sábado a las 19:00: Primer autoestop.
En un primer momento intentamos hacer autoestop en una zona de la carretera donde ésta se estrechaba y los coches tenían que parar para dejar pasar a los que venían en sentido contrario. La idea era buena, sólo que los coches que paraban eran los que iban en dirección contraria y los que venían desde donde queríamos iban pegados y no podían detenerse. Al final decidimos caminar un rato más y encontramos una zona donde podían detenerse en caso de que quisieran cogernos. Estuvimos poco rato. Lo curioso fue que, cuando dijimos "diez minutos más y nos vamos", el primer coche que pasó se paró. Y para nuestra sorpresa... ¡era una chica joven! De unos 30 años quizás. Y era raro porque nosotros éramos dos chicos y normalmente eso genera cierta inseguridad... Pero sí sí, se detuvo y nos llevó hasta la entrada de Camprodón sin ningún problema. Para ser la primera experiencia de autoestop, genial. Un diez.

  • Domingo a las 8:30: Segundo autoestop.
Una vez en pie, después de haber pasado la noche al aire libre en medio de un parque situado entre dos naves industriales a la entrada de un pueblecito cuyo nombre no recuerdo, caminamos hasta la salida del mismo para llegar al punto de la carretera que se dirigía a Olot. Por el camino encontramos un coche detenido al que le preguntamos la dirección para ir a Besalú, con la esperanza de que el buen hombre se ofreciera a llevarnos un tramo. Y funcionó. La verdad es que no nos llevó muy lejos, pero al menos nos ahorró unos kilómetros y nos dejó en la bifurcación que llevaba a Olot. Era un hombre de aspecto francés, pero catalán, con un acento muy lugareño. Puntuación: un 7.

  • Domingo a las 9:30: Tercer autoestop.
Éste fue el más difícil de todos. Nos llevó una hora porque no encontrábamos el punto adecuado para realizarlo. Había una rotonda y los coches que entraban en ella podían ir en dirección Camprodón o dirección Olot. Si nos poníamos en la curva de entrada a la carretera de Olot, los coches venían con mucha velocidad y les costaba detenerse. Si nos poníamos en la entrada a la rotonda, los coches pasaban de largo y la gran mayoría de ellos nos decían que seguían recto. Después de más de media hora de indecisiones, durante la cual aproveché para bailar en medio de la carretera mientras nadie venía... ejem..., optamos por quedarnos en la salida de la curva. Y ojo, otra vez cuando dijimos "diez minutos más y nos vamos", ¡va y para un Mercedes! En esta ocasión era un señor mayor, de 70 años, -ex-empresario, de buena familia, que había salido adelante en la vida "gracias" a la represión franquista... etcétera, etcétera. Sí, hablaba mucho y nos contó toda su vida. Pero otra persona muy simpática. Nos llevó hasta Olot para que nos informáramos de los posibles autocares de vuelta a Barcelona y nos ahorró medio camino a Besalú. Puntuación: un 8,5.

  • Domingo a las 12:30: Cuarto autoestop.
Después de pasar un par de horas en Olot descansando, en las que compramos una bebida tipo Nestea en un supermercado chino, y que estaba en chino, y de desayunar en una panadería mientras leíamos el diario, decidimos partir hacia Besalú cerca de la hora de comer. En esta ocasión el ofrecimiento de llevarnos fue inesperado, pues paramos a una pareja de ancianos que iban caminando por la calle para preguntarle por la carretera hacia Besalú y estos se ofrecieron para llevarnos hasta el pueblo siguiente, desde donde podríamos con más facilidad hacer autoestop. Fueron sólo cinco minutos en coche, pero nos vino muy bien para tomar el último coche hacia Besalú. La verdad es que, técnicamente, no fue autoestop. Puntuación: un 8.

  • Domingo a las 13:00: Quinto autoestop.
La anterior pareja nos había dejado en la salida-entrada de un pueblo, pero dado que tooodos los coches nos indicaban con un gesto que se quedaban en el pueblo siguiente, decidimos cruzarlo y hacer autoestop a la salida. Encontramos una curva donde los coches se podían detener y... casi no tuvimos tiempo a soltar la mochila. Una chica de unos 29-30 años se detuvo y, con música rock y punk sonando, nos condujo hasta Besalú. Puntuación: un 10.

Así que, si hacéis autoestop, que sepáis que en general es seguro. Los únicos asesinos podéis ser vosotros.

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